En el caso del territorio navarro, en los últimos años las investigaciones en torno a las viae romanas que atravesaban la región han avanzado de forma considerable. Así, las escuetas referencias que encontramos en los escritos grecolatinos, como la Geografía de Estrabón, de Claudio Ptolomeo, el anónimo conocido como “Itinerario de Antonino” y el también anónimo “Cosmógrafo de Rávena” o Ravenate, se han ido complementando con diversos hallazgos arqueológicos y epigráficos, como los tramos viarios descubiertos en los yacimientos navarros de Santa María de Zamartze, en Uharte Arakil (Valle de Tarazaga, Bonthorne, 2016), Arce y Zaldua, en Auritz – Burguete (Mendizabal Sandonís, et al. 2021a y 2021b), o los numerosos miliarios que han ido apareciendo en distintos puntos de la provincia, como en Santacara, Arellano, Artajona o Santa Criz de Eslava, entre otros.
Sin embargo, gran parte del trazado viario de época romana nos es a día de hoy desconocido. Esto se debe a la posibilidad de que varias viae cayeran en desuso, que parte de su trazado fuera modificado o que fueran reutilizadas posteriormente alterando así su apariencia y ocultando o destruyendo los niveles estratigráficos pertenecientes a la época Antigua. Asimismo, la investigación se ha visto dificultada puntualmente con la errónea identificación de ciertos tramos viarios de épocas más modernas como romanos por parte de algunos investigadores y eruditos. En algunas ocasiones, estas afirmaciones han llegado a enraizar en la cultura popular y han sido avaladas por las administraciones públicas, tal es el caso de la “calzada de Iguste”.
Camino de Iguste: el origen
A lo largo del siglo XX varias publicaciones académicas atribuyeron un origen romano al camino empedrado de Iguste, una calzada que baja desde el Alto de Guirguillano hacia la localidad de Cirauqui. En ocasiones también se han calificado como romanos al puente de piedra de un solo arco que se conserva en dicha localidad y un tramo del Camino de Santiago que sale desde el pueblo hacia Estella-Lizarra. Concretamente, se ha tendido a identificar estos caminos como parte de la vía que supuestamente unía la civitas de Graccurris (Alfaro, La Rioja) con la de Pompelo (Pamplona) y que atravesaba las mansiones de Beldalin, Ergavica y Bitouris, según el ya mencionado “anónimo cosmógrafo de Rávena” (4.43), una obra que ha de interpretarse con sumo cuidado debido a su redacción tardía, su carácter anónimo y los anacronismos, erratas, corrupciones y lagunas presentes a lo largo del texto.
La falta de consenso a la hora de ubicar Beldalin, Ergavica y Bitouris y la escasez de restos arqueológicos respecto a la citada vía han llevado a los investigadores a proponer varias alternativas para el trazado de la misma. Así, una de estas hipótesis señala la posibilidad de que, partiendo desde Graccurris, esta calzada podría remontar el valle del río Arga pasando por Andelo (Muruzabal de Andion) para después penetrar en la cuenca de Pamplona a través de Cirauqui y Guirguillano. También se ha sugerido que por este punto podría transcurrir una vía que uniría la comarca pamplonesa con Viana (Pérez de Laborda, 1985; Cañada Palacio, Unzu Urmeneta, 1997; Mezquiriz, 1997, 87; Ramos, 2006, 35-36).
En la zona existen evidencias epigráficas y materiales de época romana, que tal como apunta el arqueólogo Mikel Ramos, frecuentemente se han considerado como los datos más determinantes “varios tramos de caminos empedrados que tradicionalmente han sido datados como romanos (Cirauqui, Estella y Barbarin)”. No obstante, recientes investigaciones aconsejan actuar con cautela en el momento de adjudicar un origen romano a caminos empedrados o puentes con arcos de medio punto y realizados con grandes sillares solamente porque así lo decía la tradición. En el caso del Camino de Iguste, Mikel Ramos ya advirtió que dicha vía empedrada, al igual que el puente de un arco y un tramo del camino jacobeo que se dirige hacia Estella, en ciertos momentos calificados todos ellos como de época romana, son en realidad construcciones del “siglo XIX sobre sendas anteriores carentes de elementos que prueben un origen antiguo. Concretamente, el Camino de Iguste, entre Cirauqui y la muga de Guirguillano, fue ejecutado en los años 1806 y 1807 por el cantero de Cirauqui Francisco de Arteaga” (Ramos, 2006, 40-41). Asimismo, atendiendo a los hallazgos arqueológicos y epigráficos, así como las características naturales del terreno, varios investigadores señalan que la vía citada por el Ravenate, denominado por algunos como el “Camino del Arga”, en su itinerario hacia Pompelo podría seguir la ruta Andelo – Artajona – Carrascal y acceder a la comarca de Pamplona por el valle del río Elorz (Armendáriz, Velaza, 2006, 141; Armendáriz, 2013, 194-195; Nuin Cabello, Mateo Pérez, Duró Cazorla, 2016, 296).
Bibliografía:
Armendáriz Martija, J., 2013, «Siglo y medio de investigaciones: estado actual de la arqueología de época antigua en Navarra», CAUN¸ 21, 151-218.
Armendáriz, J., Velaza, J., 2006, «El miliario de Garínoain (Navarra), cruce de caminos entre Cara (Santacara) y Pompaelo (Pamplona)», Trabajos de Arqueología Navarra, 19, 127-146.
Cañada Palacio, F., Unzu Urmeneta, M., 1997, «Camino de Iguste: prospección arqueológica», Trabajos de Arqueología Navarra, 219-234.
Mendizabal Sandonís, O. et al. (2021), «Yacimiento arqueológico de Artzi: campaña de excavación de 2021», Trabajos de Arqueología Navarra, 33, 113-119 (2021), «Yacimiento arqueológico de Zaldua: campaña de excavación de 2021», Trabajos de Arqueología Navarra, 33, 161-169.
Mezquiriz, M.A., 1997, «El periodo romano en la Vasconia peninsular», Isturiz, 7, 83-93.
Nuin Cabello, J., Mateo Pérez, M.R., Duró Cazorla, A., 2016, «Noticia del hallazgo de la calzada del Arga», Trabajos de Arqueología Navarra, 28, 289-297.
Pérez de Laborda, A., 1985, «Una calzada romana a lo largo del valle del Arga», Trabajos de Arqueología Navarra, 4, 145-155.
Ramos, M., (2006), «Vías romanas y otros caminos en la Antigüedad», en: Martínez de Aguirre Aldaz, J. (coord.), Tiempo y Camino. La comunicación entre Pamplona y Logroño a lo largo de la Historia, Gobierno de Navarra, Pamplona, 11-43.
Valle de Tarazaga, F.J., Bonthorne, E., 2016, «Santa María de Zamartze. Investigación en la necrópolis medieval y la “mansio” romana de “Aracaeli”», Trabajos de Arqueología Navarra, 28, 233-243.
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